domingo, 27 de noviembre de 2011

El abandono

24 de noviembre, mal día para ser recordado o un día para la esperanza, una esperanza que no tenía que haber sido necesaria.  Un ser despreciable se da cuenta de que una de sus perras está más delgada de lo normal por lo que rapidamente deduce que por algún sitio hay cachorros.  Sigue a la perra y descubre su lecho maternal, ahí están, indefensos, 6 criaturitas durmiendo placidamente.  Rapidamente coge a los cachorros en una bolsa de plastico y se marcha.  Los lloros ante tal brusquedad son insoportables para todo ser vivo con alma, otros en cambio, ni siquiera los oyen.
Deja caer la bolsa en el asiento del copiloto y se vuelve de nuevo hacia el corral, ignorando a la madre que busca desesperadamente a sus pequeños.  Echa de comer a los perros y se marcha hasta el sábado, que es día de caza.
De camino a su casa se da cuenta de la bolsa que lleva en el asiento, entonces para en el camino, coge la bolsa y arroja a los pequeñines a mitad de la maleza, la bolsa se la vuelve a guardar, es un bien muy preciado.
Desearía que este despreciable ser enseñase a sus hijos (espero que no los tenga) lo que tienen que hacer con él cuando ya no sirva para nada, abandonarlo a su suerte, nada de asilos ni cosas así, que muera solo, empapado en meados y sus propios excrementos, pero que muera lentamente, que no tenga prisa la parca por venir a por él, que agonice, que sufra, que se le llague la piel y los gusanos comiencen a comérsele antes de que muera.  Es un deseo, pero por desgracia, la Naturaleza no es rencorosa, y posiblemente no pase nada de esto y este episodio de hoy se repita varias veces en los próximos años.

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